lunes, 19 de mayo de 2014

El desenlace y satanismo en Don Álvaro.



Seguimos analizando la obra de "Don Álvaro o la fuerza del sino". Después de comentar la jornada III, nos centraremos en la Jornada V y el desenlace de la obra. 

La quinta y última jornada tiene lugar en el convento de los Ángeles, donde Don Álvaro se encuentra refugiado, o escondido. Esta vez tiene una nueva identidad, se hace pasar por el Padre Rafael, un fraile.


En la primera escena nos encontramos a dos frailes, uno de ellos repartiendo comida a los pobres. Él es el Hermano Melitón, quién tiene las primeras sospechas sobre la verdadera identidad del Padre Rafael (Don Álvaro). Encontramos aquí las primeras referencias al satanismo.



 HERMANO MELITÓN.-   Tiene cosas muy raras. El otro día estaba cavando en la huerta, y tan pálido y tan desemejado, que le dije en broma: «Padre, parece un mulato», y me echó una mirada, y cerró el puño, y aún lo enarboló de modo que parecía que me iba a tragar. Pero se contuvo, se echó la capucha y desapareció; digo, se marchó de allí a buen paso.

Don Álvaro




En la siguiente escena, aparece Don Alfonso, quién lleva años buscando a Don Álvaro para vengar la muerte de su padre y su hermano. Por fin, tras seguirle la pista, llega al convento de los Ángeles. Pregunta por él al Hermano Melitón. Pregunta por el Padre Rafael refiriéndose a el como el del infierno. El Hermano Melitón lo conduce hasta la celda donde se encuentra Don Álvaro ( Padre Rafael).


Escena V

DON ÁLVARO

¿Quién podrá ser? ... No lo acierto.
Nadie, en estos cuatro años,
que huyendo de los engaños
del mundo, habito el desierto,
con esto sayal cubierto,
ha mi quietud disturbado.
¿Y hoy un caballero osado
a mi celda se aproxima?
¿Me traerá nuevas de Lima?
¡Santo Dios! ... ¡Qué he recordado!



Don Álvaro no reconoce a Don Alfonso hasta que este se quita la capucha y le ve gran parecido 
al Marqués de Calatrava.


DON ÁLVARO

¡ Oh Dios! ...¡Qué veo!...¡Dios mío!
¿Pueden mis ojos burlarme?
¡Del Marqués de Calatrava viendo estoy la viva imagen! 


Don Alfonso le acusa de todos los males que le ha hecho a su familia.



DON ALFONSO

¡Basta, que ya está dicho todo!
De mi hermano y de mi padre
me está pidiendo venganza
en altas voces la sangre.
Cinco años ha que recorro,
con dilatados viajes
el mundo, para buscaros, 
y aunque ha sido todo en balde,
el cielo (que nunca impunes
deja las atrocidades
de un monstruo, de un asesino, 
de un seductor, de un infame),
por un imprevisto acaso
quiso por fin indicarme
el asilo donde está a salvo
de mi furor os juzgasteis.
Fuera el mataros inerme
indigeno de mi linaje.
Fuisteis valientes; robusto
aún estáis para un combate;
armas no tenéis, lo veo;
yo dos espadas iguales
traigo conmigo: son éstas.
(Se desemboza y saca dos espadas.)
Elegid la que os agrade.


Don Alfonso reta a Don Álvaro a un duelo. Al principio éste lo rechaza hasta que Don Alfonso
pronuncia estas palabras que hacen que Don Álvaro se sienta ofendido.




Don Álvaro coge la espada con la que se va a enfrentar con Don Alfonso.
Ambos salen del convento.  Aquí podemos observar el demonio que llevan los dos dentro. 
Si algo tienen en común estos dos personajes es la representación del mal y lo satánico.



El Hermano Melitón abre la puerta muy asustado por lo que está sucediendo.

HERMANO MELITÓN.- (Saliendo al paso.) ¿Adónde bueno?

DON ÁLVARO.- (Con voz terrible.) ¡Abra la puerta!

HERMANO MELITÓN.- La tarde está tempestuosa, va a llover a mares.

DON ÁLVARO.- Abra la puerta.

HERMANO MELITÓN.- (Yendo hacia la puerta.) ¡Jesús!... Hoy estamos de marea
alta... Ya voy... ¿Quiere que le acompañe?... ¿Hay algún enfermo de peligro en el cortijo?...

DON ÁLVARO.- La puerta, pronto.

HERMANO MELITÓN.- (Abriendo la puerta.) ¿Va el padre Hornachuelos?

DON ÁLVARO.- (Saliendo con DON ALFONSO.) ¡Voy al infierno!

(Queda el HERMANO MELITÓN asustado.)


En el siguiente soliloquio del Hermano Melitón, hace referencia 
a lo satánico, el infierno y la muerte.

HERMANO MELITÓN

¡Al infierno!... ¡Buen viaje!
También que era del infierno
dijo, para mi gobierno,
aquel nuevo personaje.
¡Jesús, y qué caras tan...!
Me temo que mis sospechas 
han de quedar satisfechas.
Voy a ver por dónde van.
[...]
No me oyen, vano es gritar.
Demonios son, es patente.
Con el santo penitente
sin duda van a cargar.
¡El padre, el padre Rafael!...
Si quien piensa mal, acierta.
Atrancaré bien la puerta...,
pues tengo un miedo cruel.

Se baten en duelo cayendo herido don Alfonso. Después de esto 
Don Álvaro entra en razón y se arrepiente de lo que ha hecho 
y ante las suplicas de su contrincante de que le salve la vida,sale 
en busca de ayuda desesperadamente.  Llega a la puerta de una 
ermita a la que suplica que le abran la puerta.Para sorpresa de todos, 
allí se encontraba Leonor,que como Don Álvaro, estaba huyendo del 
pasado. Al reconocer los gritos desesperados de su hermano, sale 
corriendo hacia él con tan mala suerte que su hermano creyendo 
que es cómplice de sudesgracia con Don Álvaro, le clava un 
puñal hiriéndola de muerte. 


DOÑA LEONOR.- (Precipitándose en los brazos de su hermano.) ¡Hermano mío!...
¡Alfonso!

DON ALFONSO.- (Hace un esfuerzo, saca un puñal, y hiere de muerte a
 LEONOR.) ¡Toma, causa de tantos desastres, recipe el premio de tu deshonra!... Muero
vengado. (Muere.)



Don Álvaro queda atónito, asombrado, impactado tras ver lo que acababa de suceder.

DON ÁLVARO.- ¡Desdichado!... ¿Qué hiciste?... ¡Leonor! ¿Eras tú?... 
¿Tan cerca de mi estabas?... ¡Ay! (Sin osar acercarse a los cadáveres.) 
Aún respira..., aún palpita aquel corazón todo mio... Ángel de mi vida..., 
vive, vive...; yo te adoro... ¡Te hallé, por fin... si, te hallé... muerta!

Se va alejando de escena y se dirige hacia la montaña mientras que menciona estas palabras a los frailes que estaban allí presentes:

DON ÁLVARO.- (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso,
dice.) Busca, imbécil, al padre Rafael... Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio
exterminador... Huid, miserables.

La obra finaliza con el suicidio de Don Álvaro por amor. Esto hace 
que la obra tenga un final trágico y satánico, donde evoca al infierno
 para que lo lleve a la muerte. Se lanza al vacío como poseído
gritando al cielo para acabar con su tragedia, bajo la atenta mirada 
de los frailes allí presentes que lo miraba como si de un demonio de tratase. 

DON ÁLVARO.- Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el 
cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción...! (Sube
 a lo más alto del monte y se precipita.)


Suicidio


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